Literarte

Sitio que recoge algunos de los cuentos cortos del autor José O. Alvarez, Ph.D.
Descargue gratis sus libros Pulse aquí.

sábado, septiembre 02, 2006

El Show de la Esfinge

Por José O. Alvarez

Cuando el profesor dijo que pintáramos un tigre me acordé del dicho que había oído varias veces de que el tigre no es como lo pintan y me puse a dibujar un tigre que no era tigre, ni jaguar, ni nada por el estilo sino una mezcla de tigre con alas de cóndor, cola de serpiente y torso de mujer. El profesor recogió los trabajos. Cuando vio el mío se burló de mi incapacidad de concentración. Ya le había dicho a mi madre que tenía que llevarme al siquiatra porque sufría de ADD. Las tres letras se las pronunció en inglés porque se ufanaba de mezclar esa lengua en todas sus conversaciones. Veneraba al Norte mientras despreciaba al Sur.

Lo mostró a la clase con sorna y todos se burlaron de mí excepto Celia quien con su mirada quiso decirme que no les hiciera caso, que a ella le parecía fabuloso ese tigre alado. A la hora del recreo me lo susurró al oído. No quería que la tomaran por loca. Lo hacía con palabras para levantarme el ánimo como lo hace ahora con masajes cada vez que me ve alicaído.

El profesor recogió todos los tigres y los guardó en una carpeta. El mío lo botó a la basura. Lo miré con rabia y sentí unas ganas enormes de ser un tigre para saltarle encima. Ya estaba harto de que me llamara la atención. No me dejaba concentrar en mis ensoñaciones. Me sacaba de ellas abruptamente con sus gritos o sus golpes en mi espalda. Una vez me hizo ver estrellas con un cocotazo que me dio.

Mientras escribía en el tablero vi al tigre alado salir de la basura y saltar por la ventana como si se hubiera echado a volar. Los compañeros estaban tan distraídos que no se dieron cuenta. Celia si lo vio. Eso me dijo en el recreo no sé si para levantarme los ánimos.

Al llegar a mi casa lo vi en el patio. Era una versión acabada de los trazos de mi dibujo. Quise convertirlo en mi mascota pero mi madre se lo vendió a unos magos de un circo de medio pelo que pasó por el pueblo.

Fue Celia la que me dijo un día que alguien le había dicho que en Las Vegas había un espectáculo con un animal parecido al bosquejo que el profesor me había tirado a la basura. Se le metió a la cabeza que en lugar del viaje que le tenían prometido a Disney para sus quince que la llevaran a Las Vegas a comprobar si era cierto lo del “Show de la Esfinge” como me dijo que le decían a ese espectáculo..

—Es parecido al que tu pintaste —me dijo emocionada cuando regresó de su viaje.

—Esas son sugestiones de la gente y trucos que se pueden hacer ahora con PhotoShop —le dijo displicente el profesor de marras. —Animales como esos no existen sino en la imaginación —Molesto la mandó a sentar.

Los niñas cansaron a sus padres. Inspiradas en Celia, tampoco querían fiesta de quince sino viaje a Las Vegas a ver el espectáculo de “el chou de la Esfinge”. Organizaron una excursión e invitaron al profesor que lo hizo más para aprovechar y quedarse en el Norte que porque le interesara el “show”.

Le consiguieron puesto en primera fila aunque ellas por temor se hicieron en la parte de atrás.

Cuando uno de los tigres blancos fue transformado por arte de magia en el tigre alado con cola de serpiente y torso de mujer el profesor comprendió tarde que ya no podría hacer realidad su anhelado "american dream".