Literarte

Sitio que recoge algunos de los cuentos cortos del autor José O. Alvarez, Ph.D.
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sábado, septiembre 02, 2006

Artistas en USA


Por José O. Alvarez

Siempre quise ser actor de cine y en caso extremo de televisión. Por eso apenas vi el anuncio en el periódico convencí a mi hermano para que me acompañara a la audición. Por el camino le confesé mis aspiraciones y le pinté castillos en el aire mientras mi hermano me miraba con pesar. Grandes escenografías y hasta alfombras rojas desfilaron por mi mente febril. Nos engañó el hecho de que la dirección que nos dio la voz por el teléfono la marcaba Mapquest en el corazón de Coral Gables. Cuando llegamos a una mansión golpeé la puerta. Una señora muy aseñorada en cuyo rostro se dibujaba la decadencia señorial, sin dejar que preguntáramos, nos dijo que si era para lo de la audición que diéramos la vuelta.

Al fondo, en un aparta-estudio nos recibió un mulato muy efusivo. Las paredes estaban llenas de títulos. Luego mi hermano me diría que no servían ni para limpiarse el trasero. Descuidado que soy no me di cuenta que ninguno de ellos lo acreditaba ni siquiera como bachiller. La reticencia de mi hermano es como un sexto sentido que le hace ver las cosas como realmente son y no como nos las pintan. Lo que vi a la fuerza, porque nos lo señaló el mulato, fue la proclama del Alcalde acompañada con una foto donde el burgomaestre estrechaba la mano del artista vestido con arandelas mientras parecía preguntarse cómo diablos había caído en esa emboscada.

–Han llegado al lugar preciso –nos dijo.

–¿?

–Dejen esa cara de interrogante. Alégrense. De aquí para Hollywood. Si saben algo de inglés les va a ir mejor que a Antonio Banderas o a la Penélope Cruz que apenas lo chapucean.

–¿Y qué hay que hacer? –preguntó mi hermano con la impaciencia a flor de piel.

–No se me adelanten. Primero hay que empezar por lo primero. Hay que hacer unos papeles de víctimas o de victimarios en unos programas de televisión que yo utilizo como para que mis actores adquieran experiencia.

–¿Qué programas?

–Como “El juez del pueblo”, “La juez del pueblo”, “La corte”, o programas por ese corte. Ah, también tienen la oportunidad de experimentar como escritores porque pueden crear sus propios libretos sacados de su vida particular, la de sus familiares, amigos o vecinos.

Sin ofrecernos ni agua se metió a un cuarto pequeño. Al cabo de un rato salió acicalado y perfumado con un agua de colonia que mareaba por lo barata.

–Espero a unas actrices colombianas. Ellas ya han actuado en varios programas. Cuando las vean se van a ir de espaldas ... están tan buenas que ni pa’ qué –dijo mientras guiñaba el ojo, daba un beso a la punta de los dedos recogidos y lanzaba un suspiro libidinoso.

–Y ¿cuánto pagan? –volvió a contra-atacar mi hermano.

–Lo del dinero es lo de menos. Lo importante es el pergamino que les damos donde consta que ustedes han actuado en la televisión de los Estados Unidos. Van a ver que cuando regresen a su país les van a llover ofertas porque no hay nada que abra mas puertas en nuestros países que el hecho de haber probado escenarios en tierra extraña.

Dos chicas llegaron. Nos miraron de arriba abajo como tasajeando cada pedazo de nuestras carnes.

–Un poco jechones –dijo la más joven.

–Pero aguantan todavía –dijo la otra con una carcajada que se le subía a los ojos mientras nos tasajeada nuevamente.

–Si quieren pasamos al estudio –dijo el mulato mientras le sobaba el trasero a la jovencita.

Detrás de un telón había una enorme cama. En el techo un enorme espejo. A lado y lado cámaras de video y juego de luces de estudio de filmación.

Las mujeres empezaron a quitarse la ropa.