Literarte

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miércoles, agosto 30, 2006

Luisemass


Por José O. Alvarez

(Palabras de un pedante académico dirigidas en la presentación de un libro invisible de Luis Miranda en la Universidad de Yoayo, el día 31 de febrero del año en curso).

La fenomenología fenomenológica del fenómeno que hoy nos ocupa, exige el rigor propio de las ciencias exactas que se convierten en paradigmas apabullantes que prefiguran el inexpugnable universo.

Los irresueltos problemas filosóficos, o aporías griegas, continúan llenando las páginas de los pensadores, entre ellos Luis Miranda. Acercándonos a lo socrático, Miranda trae los cuestionamientos de los cabellos (¡ah la cola perdida!), para enfrentarnos, vapulearnos cara a cara y dejarnos cuando menos se espera en la cuerda floja de saber si caeremos en el abismo o desembocaremos en el laberinto de soledades compartidas.

En términos Greimassianos, la semiótica, y dentro de ella los clasemas, son categorías abstractas donde el núcleo del significado se le da a otro significado específico en un contexto fenomenológico. Por un lado da como resultado una despreciable oposición binaria que se complementa: el lexema, el objeto término; y el semena, la mínima parte.

En “El último semenol”, microcuento de un autor que escudado en la inercia se niega a escribir largo y tendido, recoge aproximadamente estos premisas que conducen al escepticismo de la duda metódica . Ambos son importantes para nuestra clara y sencilla disertación, ya que el último le sale hasta por los oídos, ojos, cara, tronco, extremidades y especialmente por la boca. Como estas categorías fundamentan su obra, las denomino “luisemass”.

Berkeley argumenta, como para eliminar el absurdo, que no hay objetos materiales sino ideas. Identificados con esta argumentación, los "luisemass" son ideas puras que no las pueden contaminar ni lo que esconde del sol la olorosa impresión de esas regiones transparentes y compartidas sufijas al concepto.

De acuerdo a Noam Avram Chomsky, la meta de la gramática generativa transformacional es la de dar una explicación clara de las propiedades biológicas innatas en la gramática universal. Los “luisemass”, como unidades cognoscitivas, concentran las propiedades mentales que señalan las habilidades del homo gramático para construir catedrales de palabras de estirpe joyciana.

Estas estructuras universales existentes en el subconciente capaces de generar flujos y reflujos de conciencia se compadecen con los estudios de Claude Levi- Strauss para quien los “luisemass” representan la función en un sistema de signos que se hallan en estado crudo lejos del cocido lento que produce el fuego bachelardiano.

El carácter hermenéutico del luisema lo pregona el cacique de Bolombolo (un irreverente Buda le agregó otra consonante alargada que se confunde con el uno). Esa metodología de derrame verbal, pretende seguir los pasos perdidos propuestos por Carpentier para regresar a la semilla.

Esta breve nota rigurosamente fenomenológica es una simple aproximación que no es ni sombra de la sombra platónica de ese Dasein in Sein un Zeit puntualizado por Heidegger, tan caro a Miranda. En efecto, se puede argüir que en sus fárragos joycianos no falta la disquisición filosófica y los atisbos poéticos.

Michel Foucault, define el episteme como “el total set de relaciones que unifica la práctica discursiva de los sistemas”. Los “luisemass”, por el contrario, proponen el caos, la incertidumbre y la probabilidad porque se apoyan en los impúdicos semen-ass.