Literarte

Sitio que recoge algunos de los cuentos cortos del autor José O. Alvarez, Ph.D.
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jueves, agosto 31, 2006

Diriangén, semental del norte



Por José O. Alvarez

Una mirada lasciva de Ramiro José acompañada de tres palabras milagrosas bastó para enamorar a mi prima Gloria.

― ... me voy a casar ―dijo decidida mientras metía en una maleta su ropa y una innumerable cantidad de carteritas que guardaba para su sobrina.

―Ojo con mi hermano que es más perro que el cacique Diriangén ―me dijo Alejandro. Los dos habían sido contratados por mi mujer para pintar la casa.

―¿Por qué? -pregunté sin ganas, desconocedor del cocido amatorio. Estirando los labios con beso torcido me señaló hacia el gordito cuya cara semejaba de inmediato las colosales cabezas labradas en piedra por los Olmecas que había visto en el museo.

Alejandro no parece que fuera el hermano de Ramiro José sino su conciencia. Lo fustiga todo el tiempo. Denuncia a los cuatro vientos su irresponsabilidad que no hace mella en la enorme cabeza.
―Tiene once hijos y otros que vienen en camino ―dijo Alejandro mientras recriminaba con su mirada a su hermano que miraba a mi primo como presa amarrada.

De acuerdo a lo que le contaron a Alejandro, el cacique Diriangén pobló toda su región con sus hijos. Se alimentaba de chocolate como lo hacía Moctezuma para tener la energía necesaria. Cada noche desfloraba a una niña núbil que le traían de toda la región del Norte de Nicaragua. A todas las preñaba.

―Esa fama de mujeriego me viene bien ―dice Ramiro José―. Aunque me sé feo las mujeres me buscan luego de que les digo mis tres palabras mágicas.